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Vivió la violencia de los 90 en Riosucio, Caldas. Su padre y varios familiares fueron asesinados por actores armados ilegales. Heredó un viejo piano con el que se formó musicalmente y en la actualidad es profesor de decenas de niños que se refugian en la cultura y el arte para alejarse del vicio y la violencia. Tomás lleva la batuta de una banda sinfónica y de un coro, con los que ha participado en concursos de bandas estudiantiles departamentales.
“A través de los buenos hábitos musicales, la idea es cambiar mentalidades y pensamientos a través de la música, transformar a esta sociedad a través de la música y hacer de ellos las personas más sensibles”, afirmó.